CILANTRO
Diversos estudios han relacionado el sabor a químico (a Fairy) que muchas personas experimentan al comer cilantro, con una mutación en los genes codificadores de ciertos receptores gustativos. Es decir que o te gusta o lo odias; como las aceitunas, como las pasas, la fruta escarchada, las botas Chelsea o como el cine de Woody Allen.
Cuando yo era un adolescente enamorado del cine, compraba sin falta, cada mes, la Fotogramas y la Cinemanía. Esas, junto a Días de Cine en Tve, eran las únicas dos ventanas posibles a ese universo mágico que tanto me apasionaba.
Ayer recordé que me saltaba siempre las primeras páginas de estas revistas, las de las críticas. A ver, leía los títulos y miraba las fotos pero, desde mi ignorancia pueril, me sudaba las narices lo que alguien a quien no conocía opinase. Yo lo que quería era leer sinopsis, ver lo que me interesara y ser el espectador que decidiera si le gustaba o no. Para mí, esa era la parte interesante de la experiencia, y había gastado demasiados recreos discutiendo sobre películas con amigos como para tener que discrepar con alguien al que no podía rechistarle entre inglés y matemáticas.
Hoy entiendo mejor la figura del crítico y aun así sigo pensando que su opinión no es más importante que la mía o la tuya. Todos tenemos un criterio y unos gustos totalmente subjetivos. Nadie es mejor ni peor porque le encante algo que otro deteste. Al final somos todos espectadores, por mucho que yo me dedique a esto, por mucho que otros tengan la capacidad de comparar unas obras con otras.
La clave, al final, es tener claro lo que uno disfruta. Es encontrar a alguien con un criterio similar al tuyo, que te recomiende cosas con las que sabes que acertará porque comparte contigo unos gustos concretos; ya sea un crítico, un instagramer, tu amiga Charo, el dueño de un videoclub o el de una frutería.
Forzar que te guste lo que la prensa o los premios te indican, es perder tu derecho a pensar que algo no es para ti. Perder horas de tu vida viendo algo que no disfrutas es un error, un tiempo que jamás recuperarás.
Muchas veces, las supuestas opiniones especializadas, no todas afortunadamente, están sujetas a unos intereses profesionales, amistosos o económicos. Otras a un gusto personal totalmente válido pero que no tiene que ser compatible con el tuyo.
Encontrar un crítico que no te falle, en twitter o en la cafetería de tu trabajo, es una suerte. Pero no olvides que para algunos críticos culinarios el cilantro es lo mejor que le puede pasar a un plato… y puede que a ti el cilantro te sepa a Fairy.

